TEORÍAS Y MODELOS EXPLICATIVOS DEL CONSUMO DE DROGAS
- Teoría del aprendizaje social
- Teoría cognitiva social de Bandura
- Teoría de Autoeficacia
- Modelo del desarrollo social de Catalano, Hawkins et al.
- Teoría para la conducta de riesgos de los adolescentes de Jessor
- Modelo comprensivo y secuencial de las frases del consumo de drogas
Papel de las teorías y modelos explicativos del
consumo de drogas
Cualquier
intervención preventiva debe partir de un modelo teórico, el cual debe estar
derivado de la observación, comprobación y elaboración de un marco conceptual
que permita comprender esa parte de la realidad sobre la que se elaboró esa
teoría. Rudner (1966) definió una teoría como “un conjunto de principios
relacionados sistemáticamente entre sí, que incluye algunas generalizaciones en
forma de ley natural y este conjunto de principios son empíricamente
comprobables”. Por su parte, un modelo es una teoría o grupo de teorías
aplicada a un área específica o situación (Mitchell y Jolley, 1992). Cuando se
tiene un programa preventivo basado en una teoría esto tiene ventajas tanto
para el mismo programa como para su evaluación.
Hay autores que se
han dedicado a revisar las diferentes teorías y modelos encaminados a la
explicación del consumo de drogas, sin embargo, aún no existe un consenso para
señalar a una teoría o modelo como el más idóneo en la explicación y abordaje
del consumo de drogas. Algunas teorías son parciales, otras más abarcativas
pero contradictorias entre sí, en fin, la finalidad de este artículo es
presentar un resumen de las más utilizadas en busca de un programa de prevención si se planteara.
LA TEORÍA DEL APRENDIZAJE SOCIAL
La teoría del
aprendizaje social es una teoría psicológica basada en los principios del
aprendizaje, la persona y su cognición junto a los aspectos del ambiente en que
lleva a cabo la conducta; varios de los programas preventivos más eficaces
parten de la misma, utilizan algunos de sus componentes o los sustentan junto a
otras teorías.
La teoría del
aprendizaje social fue propuesta por Bandura (1977b, 1986), haciendo la
aportación de incluir el aprendizaje social, vicario o de modelos, que como
elemento práctico permite explicar y cambiar cierto tipo de conductas. En los
años 80, en un extenso Manual (Bandura, 1986) este autor renombra a esta teoría
como Cognitivo Social, este nuevo término que ahora él utiliza reconoce los
orígenes sociales de gran parte del pensamiento y de la acción humana; la
porción cognitiva reconoce la influyente contribución causal de los procesos de
pensamiento hacia la motivación, afecto y acción humana.
Esta teoría tiene
como referentes subyacentes el condicionamiento clásico, el condicionamiento
operante y el aprendizaje vicario. Bandura, a diferencia de las explicaciones
de la conducta humana basadas en los dos tipos de condicionamientos antes
citados, propone la existencia de tres sistemas implicados en la regulación de
la conducta (Bandura, 1977b):
1) El primero estaría constituido por los acontecimientos o estímulos externos, que afectarían a la conducta principalmente a través de los procesos de condicionamiento clásico;
2) El segundo
serían las consecuencias de la conducta en forma de refuerzos externos y que
ejercerían su influencia a través de los procesos de condicionamiento operante
o instrumental; y
3) el tercero lo
constituyen los procesos cognitivos mediacionales, que regularían la influencia
del medio, determinando los estímulos a los que se prestará atención, la
percepción de los mismos y la propia influencia que éstos ejercerán sobre la
conducta futura (ver figura No.1).
El aprendizaje
vicario, observacional o mediante modelos se define como “el proceso de
aprendizaje por observación en el que la conducta de un individuo o grupo –el
modelo- actúa como estímulo de pensamientos, actitudes o conductas similares
por parte de otro individuo que observa la actuación del modelo” (Perry y
Furukawa, 1987, p.167).
Partiendo de los principios del
aprendizaje vicario, Bandura (1977b, 1983, 1986) propuso las técnicas de
modelado para adquirir y eliminar conductas, mediante el aprendizaje de
modelos; este tipo de aprendizaje puede realizarse mediante modelos reales o
simbólicos (por ejemplo: películas de video). El entrenamiento en habilidades
sociales, elemento hoy básico de casi todos los programas preventivos, se
fundamente de modo casi exclusivo en las técnicas de modelado.
LA TEORÍA COGNITIVA SOCIAL DE BANDURA
Bandura (1986),
sosteniendo una concepción de interacción basada en una reciprocidad triádica
(figura No.1), propone el modelo de determinismo recíproco entre la conducta,
los factores cognitivos y otros personales, y las influencias ambientales,
señalan que estos operan de manera interactiva como determinantes de cada una
de las otras. En este determinismo recíproco triádico, el término recíproco se
refiere a la acción mutua entre los factores causales. El término determinismo
lo utiliza en el sentido de hacer énfasis en que ciertos factores producen los
efectos, y no como causas que operan independientemente del individuo. Varios
factores pueden ser necesarios para que se produzca un efecto. A causa de la
multiplicidad de influencias interactuantes, el mismo factor puede ser parte de
diferentes combinaciones de condiciones que tienen efectos diferentes.
La relativa influencia
ejercida por los tres tipos de factores interactuantes variará para diferentes
actividades, diferentes individuos y diferentes circunstancias. Los tres
factores no interaccionan de modo totalmente simultáneo, sino secuencialmente
en el transcurso del tiempo.
La teoría cognitiva social tiene seis
características:
1. Determinismo recíproco triádico
2. Definición de la naturaleza humana
(capacidad de simbolización, de previsión, vicaria, autorreguladora,
autorreflexiva y naturaleza humana)
3. La importancia de los factores
cognitivos, junto con el ambiente y la conducta, en relación recíproca entre
sí
4. La teoría de la autoeficacia de Bandura
5. La teoría del aprendizaje social con
relación a las técnicas (modelado)
6. El sujeto dirige su
propio cambio de conducta y su autocontrol (Mayor y Labrador, 1984; O’Leary y
Wilson, 1987).
La Teoría Cognitiva
Social, puede resultar de una considerable utilidad para explicar el proceso
que, a nivel de cogniciones (expectativas, creencias, pensamientos), encausa a
un sujeto hacia una conducta de consumo (cfr. Schippers, 1991). Los
determinantes dentro de este modelo son los significados funcionales unidos a
la conducta de consumo en combinación con la eficacia esperada de conductas
alternativas. Es decir, las cogniciones funcionan como detonadores de la
decisión de consumo/no consumo, ya que, debido a los altos niveles de estrés y,
no tener la percepción de conductas alternativas, se inician los episodios de
consumo para pasar a los hábitos. Dentro de la teoría cognitivo-social, el
papel de los fenómenos autoreferenciales (lo que uno se dice a sí mismo) como
el medio por el cual la persona es capaz de actuar en su ambiente.
Componentes de la teoría
del aprendizaje social y de la teoría cognitiva social.
TEORÍA
DE LA AUTOEFICACIA
Esta teoría se centra en
un aspecto particular: los pensamientos que los individuos tienen acerca de su
capacidad de actuar. Bandura (1977b, 1986) esbozó cuatro tipos de experiencias
que influyen en la autoeficacia:
I. La primera y más influyente es la experiencia directa; el
encuentro personal con el ambiente proporciona el índice más fiable de las
capacidades de uno.
II. Una segunda
influencia es la vicaria; en parte, la gente basa las evaluaciones de sus
propias capacidades en la ejecución de otros que son similares a ellos.
III. Una tercera fuente
de influencia es la persuasión verbal; los sujetos con frecuencia intentan
inculcar creencias de eficacia percibida persuadiendo a otros de su eficacia.
IV. Finalmente, los
estados afectivos y psicológicos pueden proporcionar información acerca de la
propia eficacia.
La autoeficacia (Bandura,
1977,1986b) es un factor personal que probabiliza la motivación, el afecto y la
ejecución, es decir, la conducta que es en última instancia, un aspecto
observable, evaluable. Los tres elementos del determinismo recíproco triádico
(teoría cognitiva social) no sólo consideran la conducta, sino los factores
personales y cognitivos, como variables que influyen en las creencias,
representaciones, expectativas y opiniones de las personas. Desde esta teoría
se trata de explicar la conducta humana y los factores que intervienen en su
realización y mantenimiento. En este sentido la autoeficacia puede entenderse
como las creencias en la propia capacidad para organizar y ejecutar las
acciones requeridas para manejar situaciones futuras.
La autoeficacia como
determinante de la intención de la conducta, también ha sido tratada desde la
Teoría de la Acción Planeada1 como control percibido, sin embargo, Ajzen (1980)
reconociendo ciertas similitudes de estos constructos, también ha marcado una
diferencia importante entre ambas: según este autor, la percepción de control
es mucho más amplio y está conformado por un gran número de variables, por
ejemplo, la oportunidad de acción, el tiempo o momento en que la conducta ha de
realizarse, la necesidad de otras personas para realizar la acción o los
obstáculos que éstas puedan interponer para que dicha acción no sea llevada a
término o la percepción de habilidad para llevara a cabo la acción, la
percepción de eficacia, etc. (Cfr. Kumate, 2002).
La percepción de control
que atribuida sobre una conducta, está mediatizada por el riesgo que pueda o no
implicar esa conducta. Según Ramón Ramos (1999), se puede suponer que una
persona está expuesta a un riesgo 2 cuando:
a) Hay una exposición
consciente a daños;
b) Los daños, en alguna
manera son dimensiones, son considerados eventuales; y,
c) Tal situación es
producto y objeto de decisiones.
Se puede entender por
daño todo aquello que supone menoscabo, detrimento o pérdida de algo valorado
positivamente, es decir, de un bien que se tiene. Si el riesgo hace siempre
referencia a la eventualidad de un daño, entonces lo que está en riesgo es
siempre un bien, aunque lo que inmediatamente se tematice sea su daño. Ramos
dice que según sea concebido y valorado ese bien, se comprende que la conducta
de riesgo pueda consistir en evitación o adopción. En el primer caso, el riesgo
llama a evitar algo; en el segundo, anuncia una oportunidad. Por ello, nos dice
,la semántica del riesgo se desliza entre los polos de lo negativo (a evitar) y
lo positivo (a adoptar), la alarma y el reto. Esto es, la evitación o adopción
de una determinada conducta, está relacionada con el daño y el beneficio, los
cuales son términos complementarios, empleados para explicar sí una
consecuencia concreta es percibida como negativa (indeseable) o positiva
(deseable). Para todo esto, es importante no perder de vista que todo esto
depende de cómo se precise el bien cuyo daño se arriesga y de cómo se sitúe en
un sistema de valores.
En este sentido, es que
se puede entender a la percepción de riesgo como predictor del consumo de
drogas, como el nivel de conciencia que tiene un sujeto sobre las situaciones
que promueven el mismo consumo y el grado de peligrosidad que puede representar
para su persona y su comunidad (Cfr. Medina M. et al., 1992). También se puede
entender como el conocimiento de daños y consecuencias del consumo de drogas y
de la severidad atribuida a ellas. O como el nivel de conciencia que tiene el
individuo sobre las situaciones que promueven el consumo y la peligrosidad de
esta para su persona y su comunidad. Sin embargo, es importante indicar que la
percepción de riesgo no está limitado sólo por el conocimiento de riesgo, sino
sobre todo, a la seria de atribuciones y representaciones que el sujeto se
formula, y con las cuales puede enfrentar o resolver las implicaciones que
representan ese riesgo. Una alta percepción del riesgo asociado al consumo de
drogas, estaría indicando una menor probabilidad en un sujeto para iniciar un
consumo de drogas o en el caso de un usuario experimentador, evitar transitar a
un consumo continuado que le represente un problema.
Por lo tanto, en la
Información Preventiva, se visualiza la percepción de riesgo como mediador para
la decisión de consumo/no consumo y uno de los aspectos fundamentales en el
cual deben estar basados los contenidos de cada proyecto preventivo de este
nivel para lograr un nivel de sensibilización tal que favorezca para que la
población se motive a actuar en torno a este problema de salud pública.
Derivada de la Teoría de
la Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1980) la cual establece que la actitud
hacia la experimentación se determina por cada una de las creencias que la
persona posee respecto a ésta y la evaluación positiva/negativa realizada hacia
cada una de esas creencias.
El significado actual que
manejamos del riesgo fue una noción acuñada bajo el manto de la modernidad en
los siglos XVI al XVIII por la necesidad de marinos europeos de designar las
incertidumbres que los acompañaban en sus viajes por mares aun no del todo
conocidos. (Cfr. Giddens, 2000).
MODELO
DEL DESARROLLO SOCIAL DE CATALANA, HAWKINS ET AL.
El modelo de
desarrollo social, elaborado por Catalana, Hawkins y sus colaboradores, es una
teoría general de la conducta humana cuyo objetivo es explicar la conducta
antisocial a través de la especificación de relaciones predictivas
de desarrollo, dando gran relevancias a los factores de riesgo y
protección. Su modelo integra otras teorías previas que han tenido apoyo
empírico, como son la teoría de la asociación diferencial.
Dicho modelo hipotetiza
que son similares los procesos de desarrollo que llevan tanto ala conducta
prosocial como a la antisocial. El objetivo del modelo es explicar y predecir
el comienzo, escalaba, mantenimiento, desescalaba y abandono o desistir
de hacer aquellas conductas que son de gran preocupación para la sociedad con
la delincuencia y el uso de drogas ilegales. Las denominan conducta antisocial
porque son vistas fuera del consenso normativo de lo que es una conducta
social aceptable o la violación de los códigos legales, incluyendo aquellos
relativos a la edad. La ventaja de este modelo es que predice tanto la conducta
personal como antisocial. También especifica estos procesos tanto en la
infancia como en la adolescencia, así mantenimiento o abandono en la adultez.
Se dan gran
relevancia a los factores de riesgo en el desarrollo de la conducta antisocial.
Asume que la misma es el resultado de múltiples factores biológicos,
psicológicos y sociales en diferentes dominios sociales, como son dentro
del individuo, en la familia, escuela, grupo de iguales y comunidad. Es
necesario mencionar que el abuso de drogas se enmarca en la conducta
antisocial.
TEORÍA PARA LA CONDUCTA DE RIESGO DE LOS
ADOLESCENTES DE JESSOR
Jessor (1991)
incluye las conductas de riesgo bajo una nueva perspectiva, su planteamiento se
basa en que, en los últimos años, está surgiendo un nuevo paradigma, la ciencia
conductual del desarrollo (Jessor, 1993b), la cual ha cambiando todos los
aspectos de la comprensión de los jóvenes, exigiendo también, la inclusión de
un gran número de elementos y variables. Bajo este planteamiento se hace
imprescindible la interacción persona-contexto, que había sido omitida u
obviada desde otras teorías.
La teoría de la
conducta de riesgo de los adolescentes se caracteriza por la complejidad con
que hace interaccionar distintos elementos para explicar las conductas
adictivas. Considera factores de riesgo y protección, conductas de riesgo y
resultados de riesgo (fig. No.1).
Otorga un
importante peso para explicar la aparición de las conductas de riesgo en los
adolescentes a partir de: la pobreza organizada socialmente, la desigualdad y
la discriminación, elementos fundamentales para considerar a una parte de la
población adolescente en lo que este autor ha denominado “riesgo”
(Jessor, 1991). Se basa para esta afirmación en los datos proporcionados por
dos fuentes: a) La epidemiología conductual y, b) La psicología social y del
desarrollo.
Desde la
epidemiología conductual, una conducta deriesgo puede definirse como Jessor
(1991): “cualquier conducta que puede comprometer aquellos aspectos
psicosociales del desarrollo exitoso del adolescente”. Al tiempo, insiste en la
utilización de la denominación de conducta de riesgo y no la de conducta de
búsqueda de riesgo, ya que considera que esta última sería errónea, en la
medida en que no todos los adolescentes son buscadores de riesgo.
En el modelo que
Jessor presenta, lo que interesa es conocer cuáles son los factores que derivan
conductas de riesgo, sobretodo previas a la fase de experimentación, que es
donde influye ésta para consumir determinada droga (Modelo comprensivo y
secuencial de las fases del consumo de drogas).
Este autor
(Jessor), en su modelo considera cinco grupos de factores de riesgo o
protección que sirven de marco conceptual general para la conducta de riesgo de
los adolescentes, estas categorías son: biológico/genéticos, medio social,
medio percibido, personalidad y conducta, como a continuación se describen:
FACTORES DE RIESGO
|
FACTORES DE PROTECCIÓN
|
|
Biológico/
genéticos
|
Historia familiar
de alcoholismo
|
Alta Inteligencia
|
Medio
social
|
La pobreza, la
anomía normativa, la desigualdad racial y las oportunidades ilegítimas
|
Las escuelas de
calidad, la familia cohesionada, disponer de recursos vecinales y disponer de
adultos interesados
|
Mediopercibido
|
Modelos de
conducta desviada, y los conflictos normativos entre padres y amigos
|
Modelos de
conducta convencional y altos controles de la conducta desviada
|
Personalidad
|
Percepción de
pocas oportunidades, baja autoestima y la propensión a correr riesgo
|
La valoración de
los logros, la valoración de la salud y la intolerancia a la desviación
|
Conducta
|
Los problemas con
el alcohol y el bajo rendimiento escolar
|
La asistencia a
la iglesia y participar en clubes escolares y de voluntarios.
|
Como se observa en el
cuadro anterior, estos los factores están ubicados más dentro de la cultura
norteamericana, por lo que, hay que identificar los que se han encontrado en
México, que son señalados en otro espacio de este documento; lo importante de
tener claro es que, al identificar dichos factores (riesgo/protección) se
contextualiza y dirige la intervención preventiva hacia aspectos específicos
que probabilizan una prevención efectiva.
Junto a los factores de
riesgo y protección que considera la teoría de Jessor a lo largo de sus cinco
dimensiones están las conductas de riesgo y los resultados del riesgo. Dentro
de las conductas de riesgo del adolescente o de su estilo de vida, considera
tres grupos de ellas: las conductas problema, las conductas relacionadas con la
salud y la conducta escolar. Dentro de las conductas problema considera el uso
de drogas ilícitas, la delincuencia y el conducir bebido; en la conductas
relacionadas con la salud, la alimentación no saludable, el consumo del tabaco,
el sedentarismo y no usar el cinturón de seguridad; y, dentro de la conducta
escolar, la inasistencia escolar, el abandono de la escuela y el consumo de
drogas en la escuela.
Finalmente, los
resultados del riesgo que el autor conceptúa como los resultados del compromiso
salud/vida, donde considera la salud (dolencias /enfermedades, baja condición
física), los roles sociales (fracaso escolar, aislamiento social, problemas
legales y la paternidad prematura), el desarrollo personal (autoconcepto
inadecuado, depresión/suicidio) y la preparación para la vida adulta (escasas
capacidades laborales, desempleo y falta de motivación).
Desde esta teoría se
deben reducir los factores de riesgo y aumentar los de protección con la idea
de un cambio en el estilo de vida, especialmente en aquellos jóvenes que viven
en ambientes sociales adversos.
MODELO COMPRENSIVO SECUENCIAL DE LAS FASES DEL
CONSUMO DE DROGAS3
La Universidad de
Santiago de Compostela a partir de su experiencia en el terreno de las
drogodependencias, ha elaborado un modelo para explicar el consumo de drogas.
El objetivo del modelo es ser “comprensivo” en una perspectiva “secuencial”.
Esto es, que pueda ser fácilmente comprensible, operativizable, aplicable,
accesible y relativamente simple o, al menos claramente comprensibles los pasos
entre los distintos elementos que componen el mismo, comenzando por los
factores predisponentes hasta llegar al consumo o no de la sustancia.
El modelo parte del hecho
de que en el consumo o no de drogas, tanto en un sentido como en otro, hay una
serie de etapas sobre las que hay relativo consenso. Estas etapas son: a) las
previas al conocimiento o inicio del consumo, donde tienen relevancia los
elementos de predisposición (factores biológicos, psicológicos y
socio-culturales). Luego estaría b) una etapa de conocimiento que llevaría o no
a la experimentación con alguna de las sustancias; y aquí es cuando se
diferencian tipos de sustancias, ya que, se habla genéricamente de drogas pero
en realidad se tiene que diferenciar a que tipo de droga se hace referencia. c)
La experimentación se operativiza con la prueba o no de una sustancia que se
conoce, que está disponible y accesible al sujeto. Un elemento importante en
esta fase es la percepción de riesgo que las personas tienen sobre cada una de
las sustancias adictivas que ven en casa, en su ambiente, en los medios de
comunicación, entre sus amigos, etcétera.
Pero la experimentación
no tiene porque llevar al consumo. Además, la gran mayoría de las personas ni
siquiera llegan a tener contacto directo en la esfera del consumo de muchas
sustancias; d) el inicio al consumo ya es más problemático, esta implica que se
hace un consumo esporádico o más sistemático y ello facilita pasar del uso, y
en algunos casos, al abuso y a la dependencia de la sustancia o a obtener con
la sustancia claros beneficios sean de tipo personal, psicológico, emocional,
social, relacional, etcétera. Aquellos que siguen consumiendo pasan de este
modo a la e) consolidación de consumo en esa sustancia , con el riesgo añadido
de pasar a consumir otras sustancias y poder comenzar a tener problemas graves
con las distintas drogas, tanto sean de tipo legal como ilegal, cuando se pasa
del uso, al abuso y la dependencia. En este último caso, se está en una
adicción consolidada.
A la fase de
consolidación le sigue f) mantenimiento y abandono, cuando una persona tiene
una adicción consolidada, se suele decir que esta en la fase de mantenimiento;
tanto en esta fase como en las anteriores la persona se puede plantear el
abandono de las sustancia o puede tener presiones externas para que la
abandone. Si deja de consumirla, se encuentra en al fase de abandono o recaída.
MODELO TRANSTEÓRICO DEL COMPORTAMIENTO3
El modelo de
Prochaska y DiClemente nos explica cómola motivación cambia a lo largo del
tiempo y como esto es importante para evaluar la disposición para el cambio.
Premisas del modelo
El MT está
fundamentado en la premisa básica que el cambio comportamental es un proceso y
que las personas tienen diversos niveles de motivación, de intención de cambio.
Esto es lo que permite planear intervenciones y programas que responden a las
necesidades particulares de los individuos dentro de su grupo social o contexto
natural comunitario u organizacional. El modelo se apoya en una serie de
presupuestos sobre la naturaleza del cambio de comportamiento y de las
características de las intervenciones que pueden facilitar dicho cambio. Las
premisas, orientadoras de la teoría, la investigación y la aplicación en la
práctica del MT indican que ((Prochaska & Velicer, 1997):
1. Ninguna teoría o
modelo responde totalmente por la complejidad explicativa del cambio
comportamental.
2. El cambio es un
proceso que se presenta como una secuencia de etapas.
3. Las etapas son
estables pero abiertas al cambio, tal como ocurre con los factores de riesgo
comportamental.
4. La mayoría de
las poblaciones de riesgo no están preparadas para actuar y, por eso, no se
benefician de los tradicionales programas informativos, educativos o
preventivos orientados a los riesgos comportamentales.
5. Sin
intervenciones planeadas según las etapas de cambio, las poblaciones en general
y los grupos e individuos en particular, permanecerán detenidos en las etapas
iniciales de cambio, sin motivación, ni intención de participar en las
intervenciones o programas ofrecidos.
6. La prevención en
salud, la educación y la promoción de la salud pueden experimentar impactos
nunca antes registrados si incorporasen un paradigma de etapas, distinto al ya
clásico y superado de acción.
7. Procesos y
principios específicos de cambio necesitan ser aplicados a etapas de cambio
específicas; las intervenciones deben diseñarse según las etapas de cambio
propias de cada grupo o individuo.
8. Los comportamientos
están dominados de alguna manera por factores biológicos, sociales y de
autocontrol.
9. Las
intervenciones requieren evolucionar de un reclutamiento reactivo de
participantes a uno proactivo.
10. El reto es
avanzar hacia programas e intervenciones de la salud comportamental, de base
poblacional, con apoyo de estrategias interactivas así como estrategias que de
soporte ambiental a los cambios esperados.
VARIABLES DEL MODELO TRANSTEÓRICO
El MT explica el
cambio espontáneo o inducido del comportamiento de los individuos según cinco
variables o constructos teóricos intervinientes: etapas y procesos' de cambio,
balance decisorio, tentación y auto-eficacia (Prochaska & Velicer, 1997).
El cuadro resume variables y componentes del MT tal como fueron descritos y
usados en una investigación sobre promoción de la salud basada en modelos I:
El MT usa una
dimensión temporal, las etapas del cambio (Prochaska & Velicer, 1997),
para integrar los procesos y principios explicativos del cambio comportarmental
de diferentes teorías. El cambio implica un fenómeno que ocurre con relación al
tiempo, pero sorprendentemente casi ninguna teoría o modelo incluye un
constructo representativo del tiempo. Por eso ha sido frecuente describir y
explicar el cambio comportamental como un evento: dejar de fumar, parar de
beber o de comer en demasía. El MT explica el cambio como la progresión a
través de una serie de etapas, las cuales son presentadas a continuación. El
gráfico representa esquemáticamente la propuesta visual desarrollada y aplicada
en un ejercicio de investigación consolidado a partir de los conceptos del
modelo.
Representación de las
etapas del cambio del MT I.
La pre-contemplación es
la etapa en la cual las personas no tienen intención de cambiar, de realizar
una acción específica de cambio en su comportamiento de riesgo para la salud,
usualmente en el lapso de los próximos seis meses. Un subgrupo de las personas
clasificadas en la etapa de pre-contemplación, puede estarlo por falta de
información o por desinformación sobre las consecuencias a corto, medio o largo
plazo de su comportamiento. Otro subgrupo puede haber tenido intentos previos,
fracasados, de cambiar y ahora están desmoralizados en cuanto a su capacidad de
hacerlo. Es frecuente observar que en ambos subgrupos las personas evitan leer,
hablar y pensar sobre sus comportamientos de riesgo que podrían ser
modificados; están a la defensiva por las presiones sociales para cambiar y,
principalmente, no están ni motivados ni interesados en participar de programas
o intervenciones de promoción o educación en salud. Este tipo de programa no
involucra este tipo de personas, por la incoherencia entre los propósitos de
las intervenciones respecto de las necesidades particulares de los individuos.
La contemplación es la
etapa en la que la persona tiene una intención de cambio y, potencialmente,
hará un intento formal de cambio de su comportamiento en los próximos meses.
Contempladores están conscientes de los pros de cambiar si se les compara con
los pre-contempladores, pero el peso relativo de los factores contrarios al
cambio es aun muy grande. Contempladores comienzan a considerar el cambio pero
aun no asumen el compromiso específico para actuar en ese sentido, razón por la
cual pueden permanecer por largos periodos de tiempo en esta etapa en
particular, contemplando la opción de cambiar hasta por dos años, hablando para
sí mismas que van a cambiar algún día. Individuos así clasificados tampoco son
aptos para los propósitos de programas tradicionales orientados a la acción
comportamental.
La preparación es la
etapa en la que las personas ya toman una decisión de cambio y tienen un
compromiso propio para hacerlo; realizan pequeños cambios e intentan
efectivamente cambiar en el futuro inmediato, regularmente los próximos 30
días. Personas en preparaci6n, por lo general, ya tienen experiencias concretas
con relación al cambio, principalmente en el último año calendario y, además,
tienen una conciencia muy definida sobre los pros de cambiar su comportamiento.
Estas personas tienen un plan para actuar o participar de alguna actividad, por
lo cual tienen un gran potencial para participar en programas orientados a la
acción y son los típicamente reclutadas por las intervenciones.
La acción es la etapa en
la que las personas realizan cambios objetivos, medibles y exteriorizados de su
comportamiento, regularmente en un periodo de tiempo que varia de uno a seis
meses. Puesto que la etapa de acción es realmente observable, el cambio del
comportamiento ha sido histórica y simplisticamente equiparada a la acción
siendo que, como se describe aquí, es solo una de las seis etapas del cambio.
En general, las personas en esta etapa tienen una valoración muy grande de los
pros de cambiar y demuestran un nivel mayor de auto-eficacia. Es en esta etapa
en la que ocurre la mayor aplicaci6n sistemática de los diversos procesos de
cambio, siendo también ideal para las intervenciones tradicionales dirigidas al
público en general. La acción es una etapa reconocida como inestable por el potencial
de recaída o la rápida progresión a la etapa de mantenimiento.
El mantenimiento se
caracteriza por las tentativas de estabilización del cambio comportamental ya
manifestado. Es un periodo de por lo menos seis meses después del cambio
observable, en el que las personas trabajan activamente en la prevenci6n de la
recaída o el relapso, usando una variada y específica serie de procesos de
cambio. En esta etapa las personas tienen cada vez menos tentaci6n por volver
al comportamiento modificado y aumentan progresivamente su auto- confianza para
mantener el cambio comportamental. Esta etapa dura regularmente de seis meses a
dos años. La terminación es la última etapa, en la que las personas no tienen
tentaciones de ninguna naturaleza con relación al comportamiento específico que
se cambió y tienen un 100% de confianza, de auto-eficacia frente a situaciones
que previamente eran tentadoras.
Los procesos de
cambio (Prochaska Velicer, 1997) son estrategias y técnicas cognitivas,
afectivas, experienciales y comportamentales que las personas usan regularmente
para cambiar su comportamiento y, en la perspectiva de intervenciones
promotoras de la salud, son el eje de la facilitaci6n y aceleración de los
cambios esperados. Representan los principios básicos que diversos y
reconocidos sistemas de psicoterapia señalan como responsables de cambios
comportamentales de los individuos. Son el elemento básico del MT para ser
aplicado en el diseño de programas e intervenciones promotoras de la salud con
impactos comportamentales directos e indirectos puesto que catalizan las
transiciones de una etapa a otra cualquiera en la secuencia.
El balance
decisorio (Prochaska Velicer, 1997) refleja el peso relativo que el individuo
otorga a pros y a contras de cambiar su comportamiento de riesgo para la salud.
La investigación acumulada respecto de este constructo permitió la
simplificaci6n de las dimensiones del balance decisorio en pros o beneficios y
contras o costos de cambiar.
La auto-eficacia
(Prochaska & Velicer, 1997) es la confianza que una persona tiene de
que puede enfrentar una situación de riesgo sin tener una recaída en su
comportamiento indeseado o nocivo para la salud. Este componente del MT es
incorporado específicamente de la teoría cognitivo social de Alberto Bandura.
En el proceso de cambio, la auto-eficacia demostró ser un factor predictor
altamente confiable de la progresión en las etapas de acción y mantenimiento.
Durante el cambio, la auto- eficacia aumenta linealmente y los niveles de
tentación disminuyen. La tentación (Prochaska Velicer, 1997) refleja la
intensidad o urgencia experimentada por el individuo para realizar o practicar
un comportamiento específico, particularmente en la presencia de factores o
estímulos condicionantes o contextos emocionalmente complejos.
Como base de una
investigación, en la que se usaron dos modelos teóricos para diseñar una
propuesta de control local del tabaquismo (Cabrera, 1999; Cabrera &
Candelas, 1999), los constructos del MT (Prochaska & Velicer, 1997)
fueron definidos, dimensionados y operacionalizados en relación al
comportamiento de consumo de cigarrillo. El siguiente es el cuadro de variables
propuesto para responder a los objetivos de un trabajo de investigación
desarrollado recientemente, en lo que respecta al MT.
VARIABLES DEL MT Y
SU OPERACIÓNALIZACIÓN
Variable
|
Definición
|
Dimensiones
|
Indicador operacional
|
Etapa de cambio
|
Dimensión
temporal del MT según etapa en la que una persona puede ser clasificada por
su intención o comportamiento
|
Pre-contemplación-
1Contemplación-2Preparación-3Acción-4Mantenimiento-5
|
Sin intención en
dejar de fumar en 6 meses
|
Tentativa de
cambio
|
Acción dirigida a
la censación del fumar
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HistoriaFrecuencia
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Reporte de
tentativa previa durante la vida
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Recaída
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Regreso a la
etapa de acción o de mantenimiento
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Causalidad
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Número de
tentativas en los últimos 12 meses
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Tentación
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Deseo por
practicar un comportamiento
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Contexto
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Situación
identificada por el sujeto como tentadora para consumir cigarrillo
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Balance decisorio
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Dimensión del MT
que refleja evaluaciones internas sobre el cambio
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Puntaje
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Producto de las
evaluaciones de los sujetos en etapas de precontemplación y preparación
respecto de su intención de abandono del cigarrillo
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Autoeficacia
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Percepción de
confianza para enfrentar situaciones tentadoras
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Nivel
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Nivel
identificado por el sujeto como representativo de su auto-eficacia para nunca
volver a fumar
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EL MODELO INTEGRAL
DE LAS ADICCIONES DE GRIFFITH EDWARDS Y COLS.
En la década de
1980 los expertos de la OMS propusieron abordar el complejo fenómeno del
consumo de drogas psicoactivas desde una perspectiva integral, con base en el
hecho indiscutible de que el hombre es un ser biopsicosocial, y sus
colaboradores definieron el modelo integral de las adicciones (modelo de
iniciación, continuación e interrupcióndel consumo de drogas). En ocasiones, el
sujeto que consume por primera vez una psicodroga adictiva experimenta ciertos
efectos placenteros que buscaba pero también algunas sensaciones negativas,
como arrepentimiento y culpa. Asimismo, puede suceder que durante la primera
ocasión en que se consume este tipo de sustancias se presentan mareos, vómitos,
alucinaciones aterradoras, etcétera. En el primer caso, es posible que el
individuo se transforme en consumidor ocasional, y a través del tiempo, en un
verdadero adicto. En el segundo caso, lo más probable es que el sujeto no
avance a etapas más riesgosas. El tránsito por cualquiera de ambos caminos
depende de toda una gama de factores sociales e individuales (psicológicos y
físicos). Precisamente por ello se denomina integral a este modelo, ya que,
considera esta interacción en su totalidad.
Entre las causas de
carácter social hay elementos mas o menos remotos (la sociedad, la cultura a
que se pertenece, el nivel sociocultural) junto a otros mas o menos recientes
(la familia, los amigos). De los factores sociales, uno especialmente relevante
es la disponibilidad; por ello la importancia del combate al narcotráfico.
Aún cuando los
factores sociales son sustanciales, no son determinantes. Es indispensable su
interacción con los factores individuales orgánicos y psicológicos para
favorecer la inclinación al consumo de drogas. Esta plenamente demostrado que
algunas personas, a causa de su propia constitución y a ciertas características
orgánicas heredadas son más proclives a la adicción. Sin embargo, reiteramos,
es indispensable que esas condiciones interactúen con los elementos
socioculturales (la disponibilidad de la droga, la pertenencia a una sociedad
permisiva, etc.).
En cuanto a las
circunstancias que pueden influir sobre la adicción, debemos citar el estado de
ánimo del individuo durante las primeras ocasiones en que consume una droga. La
tristeza y la depresión pueden propiciar al consumo de drogas estimulantes.
Algunas personas sobreexcitadas o ansiosas pueden sentir que obtienen
beneficios de sustancias, tranquilizantes o relajantes.
Un aspecto
importante a destacar e que en cualquier momento a partir del inicio del consumo
de una droga adictiva, el individuo puede retroceder, es decir dejar de
consumirla. (En la figura de la página anterior se representa por medio de
flechas, la dirección de flujo del hábito). Sin embargo, es indudable que a
medida que se consume con más frecuencia y en mayores dosis, las posibilidades
de suspender el consumo son más remotas.
Para concluir con
la referencia la modelo integral conviene mencionar algunas formas de consumo
de sustancias psicoactivas que incluyen el propio modelo (Edwars, G. et. al
1982, pp. 468-491):
1. Uso no
autorizado, consumo de drogas ilícitas que por definición no está permitido;
uso de drogas legales por parte de quienes no deben hacerlo (P. Ej. Consumo de
alcohol entre menores de edad); consumo en circunstancias prohibidas (p. Ej.
Ingestión de alcohol y conducción de vehículos).
2. Uso riesgoso.
Los efectos de las sustancias son especialmente peligrosos, a corto o a largo
plazo; respecto al primer caso podemos citar a quienes consumen droga
psicoactiva al tiempo que manejan ciertas maquinarias o instrumentos; en el
segundo caso, se encuentran los usuarios cuya forma de consumo, intensidad y
frecuencia pueden conducirlos a las etapas previas a la adicción.
3. Uso
disfuncional. Consumo que puede alterar la conducta del usuario de tal manera
que lo exponga a riesgos inmediatos, o que afecte a los demás de manera directa
o indirecta.
4. Uso nocivo.
Consumo que provoca daños al organismo o altera la conducta gravemente (p. Ej.
Inhalar solventes depresores del sistema nervioso central que daña las
neuronas; fumar o beber durante el embarazo, inyectarse heroína con jeringas
colectivas no esterilizadas, etc.).
5. Uso sin
prescripción. Consumo de psicofarmacos medicinales sin prescripción médica.
Para finalizar, quisiera citar solo dos de la infinidad de motivaciones que
conducen al consumo de sustancias psicoactivas: el hedonismo y la evasión del
sufrimiento. La cocaína y los opiáceos estimulan directamente los mecanismos
cerebrales que regulan el placer, sin mediar la percepción y la cognición.
Comparadas con semejante bienestar, la mayoría de las satisfacciones cotidianas
que brinda la vida resultan muy inferiores. Es decir, se trata de la búsqueda
de una sensación inmediata de placer que no admite demora y que se produce por una
vía no natural, que no requiere de “asimilación” alguna y que a menudo se
acompaña de la necesidad de “vivir el momento” a toda prisa. En cuanto a las
emociones dolorosas (si no son patológicas como las que se presentan junto a la
depresión o a trastornos psíquicos), aunque desagradables, pueden resultar
benéficas.
1. Derivada de la
TeorÍa de la Acción Razonada (Ajzen y Fishbein, 1980) la cual establece que la
actitud hacia la experimentación se determina por cada una de las creencias que
la persona posee respecto a Ésta y la evaluación positiva/negativa realizada
hacia cada una de esas creencias.
2. El significado
actual que manejamos del riesgo fue una noción acuñada bajo el manto de la
modernidad en los siglos XVI al XVIII por la necesidad de marinos europeos de
designar las incertidumbres que los acompaÑaban en sus viajes por mares aun no
del todo conocidos. (Cfr. Giddens, 2000)
3. Texto basado en
el artículo: Cabrera, Gustavo. El modelo transteórico del comportamiento en
salud, http://www.occsp.gov.co/downloads/invest/modelo_transteorico.doc.
VER MODELOS Y TEORÍAS
CENTRO DE INTEGRACION JUVENIL: MEXICO.http://www.cij.gob.mx/Especialistas/TeoriasModelos.html
VER MODELOS Y TEORÍAS UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVA LEON-ESPAÑA.
VER MODELOS Y TEORIAS UNIVERSIDAD SANTIAGO DE COMPOSTELA
VER MODELOS Y TEORIAS UNIVERSIDAD DE SEVILLA
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